Muerte y resurrección del Hijo tiene relación con la Misericordia del Padre. La fidelidad y el amor de Dios se ha expresado al máximo en el sacrificio redentor del Hijo. El Padre no ha retrocedido ante el sacrificio de su Hijo, sino que en ese momento crucial de la historia de la salvación ha permanecido fiel a sí mismo y fiel a las promesas hechas al hombre. El texto de Filipenses nos dice que Dios “se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz.” [1] El Dios omnipotente renunció a la voluntad de poder: “estoy en medio de vosotros como el que sirve”. (Lc 22, 27) El Dios omnipotente no destruye mecánicamente el mal y la muerte, sino que lo asume. Por esto, ante el sufrimiento de los inocentes, o los episodios ‘absurdos’ de la vida, nuestro Dios se muestra como debilidad invencible. Y porque Dios se manifiesta como débil, por eso sufre ...
Virgen consagrada. Licenciada en farmacia y en estudios eclesiásticos, máster en pastoral de la salud, bioética y cuidados paliativos. Acompaño en el límite, en la escucha y en la presencia. Profesional del SAER y docente en San Juan de Dios. ✉️ @pasbiopal