San Juan de Dios tuvo dos respuestas fundamentales ante la experiencia de misericordia de Dios hacia sí mismo. Por un lado provocó una kénosis, un vaciamiento de sí mismo; y por otro lado generó actos de entrega hacia los demás. Una entrega que se centraba en darse a sí mismo, y procurar todo aquello material que él no tenía pero veía necesario para paliar los males y las necesidades de los demás. Nunca negó una ayuda a nadie que lo necesitara de verdad. Ayuda en la salud, en lo económico, en lo moral,… Esa fuerza carismática recibida de Dios, a la que San Juan de Dios ha sido radicalmente fiel, ha convertido al Santo en un fuego de luz hospitalaria a distintos niveles de solidaridad y compromiso en la ayuda a los pobres y necesitados: desde los que ayudaban de manera puntal, los que sostenían de manera permanente alguna de sus obras o los que se comprometían con su vida y se identificaban con el carisma. Hoy en día se siguen sumando muchas personas a esta familia hospitalaria com...