A veces, nos sentimos desubicados, como si camináramos a un ritmo distinto al del mundo que nos rodea. Mientras todo parece avanzar con prisa, nosotros necesitamos detenernos, saborear, contemplar. Mientras otros pasan por alto los detalles, nosotros los absorbemos con intensidad, dejando que nos habiten, que nos transformen. Parece que el resto del mundo grita cuando necesitamos silencio, que celebra lo superficial cuando lo nuestro es la hondura. En ocasiones, el peso de sentir tanto, de captar lo que otros pasan por alto, se convierte en un fardo que llevamos en el alma, sin saber muy bien dónde descargarlo. Y, sin embargo, aunque a veces pesa, sabemos que renunciar a esta forma de mirar la vida sería renunciar a una parte esencial de nosotros mismos. Tener una sensibilidad profunda es una forma de estar en la vida que nos permite ver la belleza en lo pequeño, encontrar sentido en los detalles, leer lo que no se dice con palabras. Pero también nos enfrenta a un dolor que ...
Virgen consagrada. Licenciada en farmacia y en estudios eclesiásticos, máster en pastoral de la salud, bioética y cuidados paliativos. Acompaño en el límite, en la escucha y en la presencia. Profesional del SAER y docente en San Juan de Dios. ✉️ @pasbiopal