La perfección es una llamada, una invitación, una forma de amar y no necesariamente una carga. Parafraseando a Juan Ciudad, es el profundo deseo de ‘hacer bien el bien’, es decir, de dar lo mejor de uno mismo, de entregarse sin reservas en cada detalle, en cada gesto, en cada obra. Y si lo pensamos, es el impulso que ha llevado al ser humano a las cumbres del arte, la ciencia, la música, el deporte, la espiritualidad. ¿Acaso la belleza no es perfección? ¿Acaso las grandes obras maestras no son el fruto de un alma que se ha dejado consumir por la pasión de hacer algo excelente? ¿Acaso la música no alcanza su esplendor en la precisión con la que cada nota encuentra su lugar? ¿Acaso la arquitectura no se convierte en un puente entre el cielo y la tierra cuando cada línea, cada medida, cada cálculo es exacto? Es amor en su máxima expresión, por tanto, no necesariamente está relacionado con frialdad ni con obsesión. Es la plenitud del ser cuando se ofrece entero. Es el corazón que...
Virgen consagrada. Licenciada en farmacia y en estudios eclesiásticos, máster en pastoral de la salud, bioética y cuidados paliativos. Acompaño en el límite, en la escucha y en la presencia. Profesional del SAER y docente en San Juan de Dios. ✉️ @pasbiopal