Ir al contenido principal

Virtudes capitales, hacia una vida humana plena

La vida moral incluye bastante más que las obligaciones, las prohibiciones y los pecados. Hacen falta virtudes, aceptación interna de los grandes valores e ideales morales, y sensibilidad para captar los valores que están en juego en las diferentes situaciones de la vida. Y es que si se pierde la noción de virtud, de la misma manera se pierde también el sentido de pecado. Estas páginas quieren ayudarnos a llamar al bien (y al mal) por su nombre, a conocerlo y reconocerlo, pero, sobre todo, a recordar los ingredientes fundamentales sin los cuales resulta imposible una vida humana plena y de calidad.

Este Pliego se iba a titular Pecados capitales. Pero eso significaba centrar nuestra atención en el pecado y, por ello, presentar una moral negativa, cuando lo importante es hablar de salvación, de realización y felicidad humana, de orientación positiva hacia el bien, de tal manera que nuestras palabras sirvan de estímulo, orientación y renovación de la vida personal y comunitaria.

Como escribió Häring, “el pecado no puede ser ni la primera ni la última palabra. La primera palabra es siempre la creación de Dios en bondad, su designio original y todo lo que a través de su gracia se hizo y está presente en el mundo (…). En realidad, toda nuestra presentación del pecado tendrá sentido si comunicamos la buena nueva: la conversión es posible; Cristo nos ha liberado”.

Reflexionar y predicar sobre moral no puede significar sin más lanzar anatemas sobre nuestros contemporáneos: si así fuera, perderíamos la oportunidad y hasta el derecho de ofrecer la salvación al mundo –que a nosotros ha sido ofrecida y encargada– y de intervenir proféticamente en la marcha de la historia. Vosotros sois la sal de la tierra (…). Vosotros sois la luz del mundo, nos dice Cristo (Mt 5, 13-14). La gente espiritual y ética contagia silenciosamente a los demás…

Este Pliego pretende, sencillamente, recordar los ingredientes fundamentales sin los cuales resulta imposible a todas luces una vida humana plena y de calidad. En el tema de las virtudes, ética y espiritualidad, filosofía y religión, se encuentran y fecundan recíprocamente. ¿Ya no somos capaces de llamar al bien por su nombre, de conocerlo y reconocerlo? Y, viceversa, ¿no somos capaces ya de llamar al mal por su nombre, de conocerlo y reconocerlo? Negar el mal es una forma infantil y narcisista de creernos buenos, pero actuando así nos negamos la posibilidad de conversión y, con ello, la salud, la salvación.

La cuestión es que, si se pierde la noción de virtud, de la misma manera se pierde también el sentido de pecado. Es verdad que en tiempos pretéritos (no tan lejanos, me temo) pudo haber un exceso de focalización de la predicación y de la acción catequética en el tema del pecado; del mismo modo, pienso que en estos momentos –por esa extraña ley del péndulo– existe un insuficiente tratamiento de esta cuestión en esos mismos ámbitos: como siempre, en el término medio encontramos el escenario, y a esa noble tarea quieren ayudar estas sencillas reflexiones.


Recuperar una ética de las virtudes

“¿No vive el hombre contemporáneo bajo la amenaza de un eclipse de la conciencia, de una deformación de la conciencia, de un entorpecimiento o de una anestesia de la conciencia?”, se preguntaba Juan Pablo II en el núm. 18 de su exhortación apostólica postsinodal Reconciliación y penitencia (1984). Ahí mismo afirmaba el Papa: “Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la grave crisis espiritual que afecta al hombre de nuestro tiempo”. Se han cumplido 26 años de estas palabras, y no han perdido un ápice de su actualidad y urgencia pastoral.

Hacen falta virtudes,
aceptación interna de los grandes valores
e ideales morales,
y sensibilidad para captarlos.

Conviene recordar que la vida moral incluye bastante más que las obligaciones, las prohibiciones y los pecados. Cuando ocurren conflictos éticos, los rasgos del carácter de las personas que tienen que adoptar decisiones no son menos importantes que las obligaciones expresadas en principios y reglas.

Hacen falta virtudes, aceptación interna de los grandes valores e ideales morales, y sensibilidad para captar los valores que están en juego en las diferentes situaciones de la vida. Además de conocimiento, habilidades prácticas y buena voluntad, hacen falta unas ciertas condiciones de actitud y carácter. Aquí es donde se suelen estrellar en la actualidad buena parte de los programas formativos. Y es que la virtud es una palabra poco apreciada en nuestros días.


Virtudes capitales

La perfección moral solo se consigue cuando la coherencia entre ideas y actos ha llegado a ser tan profunda y prolongada que los modos de obrar se han convertido en una especie de segunda naturaleza, en hábitos virtuosos que se ponen en práctica sin gran esfuerzo y hasta con placer.

De la misma manera que se dice que son pecados capitales porque de ellos brotan otros, llamamos a estas siete virtudes “capitales” porque ellas son el cimiento de toda la vida moral. Y así como sabemos de memoria cuáles son los siete sacramentos, los siete dones del Espíritu Santo y las 14 obras de misericordia (siete espirituales y siete corporales), también deberíamos saber las siete virtudes capitales y sus respectivos siete pecados capitales.

Estas cuestiones hay que saberlas de memoria porque, en caso contrario, difícilmente van a servir de orientación en el camino de la vida; y tampoco servirán de espejo en el que mirarse para apreciar en qué se ha fallado, inspirar nuestro arrepentimiento y facilitar una saludable recepción del sacramento de la reconciliación (¡cuántas personas se sienten pecadoras y quieren confesarse pero no saben bien cómo realizar su examen de conciencia!).

En los tiempos que corren, también hace falta subrayar que no hay ninguna solución rápida ni ninguna opción por un modo de vida ético y espiritual listo para ser consumido: hace falta ponerse a ello con seriedad y buena disposición, hace falta entrenamiento constante. “Con ellas [las virtudes] sucede lo que con todas las demás artes; porque en las cosas que no se pueden hacer sino después de haberlas aprendido no las aprendemos sino practicándolas; y así, uno se hace arquitecto construyendo; se hace músico componiendo música. De igual modo se hace uno justo practicando la justicia; sabio, cultivando la sabiduría; valiente, ejercitando el valor”.

No hay ninguna solución rápida
ni ninguna opción
por un modo de vida ético y espiritual
listo para ser consumido.

Por desgracia, la mayoría de nosotros llevamos una vida tan atareada que rara vez nos tomamos tiempo para reflexionar sobre la riqueza de esta tradición y darnos cuenta de que el de las virtudes capitales es uno de los mejores itinerarios de vida que podemos encontrar y ofrecer.

Las siete virtudes capitales son: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia.


JOSÉ RAMÓN AMOR PAN, doctor en Teología Moral
Publicado el 21.10.2011
En el nº 2.773 de Vida Nueva.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un año nuevo, un horizonte nuevo: vivir la esperanza

  ¡Feliz Año 2025, Año del Jubileo de la Esperanza! Comenzamos un nuevo año cargado de promesas, un tiempo para mirar al futuro con ilusión y abrazar el presente como un don de Dios. Todo lo que hemos vivido, con sus alegrías y aprendizajes, nos impulsa hacia un 2025 lleno de posibilidades. Este momento, en el que dejamos atrás un año y nos preparamos para abrazar uno nuevo, nos invita a detenernos. No para quedarnos atrapados en el pasado, sino para mirar todo lo vivido con gratitud: lo bueno, lo difícil, lo inesperado. Dios nos ha acompañado en cada paso, sosteniéndonos aun cuando quizás no lo percibíamos, y en su amor infinito, nos sigue impulsando hacia adelante. " Dad gracias en toda circunstancia, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús " (1 Tesalonicenses 5, 18). Que la gratitud sea la llave para abrir nuevas puertas. Que la esperanza nos impulse a soñar sin límites. Que la alegría y el amor guíen cada uno de nuestros pasos. Que la conf...

El valor de las acciones junto al de nuestras palabras

Había una vez un humilde carpintero que vivía en un pequeño pueblo. Sus manos eran expertas en tallar la madera, y con paciencia y amor creaba muebles que duraban generaciones. La gente del pueblo lo elogiaba constantemente. "¡Qué hermoso trabajo haces!", le decían. "Tus mesas son las mejores que hemos visto". Pero, cuando se trataba de encargar un nuevo mueble, muchas veces preferían a otros carpinteros del pueblo o compraban muebles de menor calidad en otros lugares. El carpintero escuchaba los halagos, pero pronto se dio cuenta de que, a pesar de las bonitas palabras, no se le tenía en cuenta cuando realmente importaba. Poco a poco, empezó a sentir que no valoraban su trabajo. Se dio cuenta de que no era cuestión de escuchar lo que decían, sino de observar lo que hacían. "No me sirve de nada que me digan que mis muebles son los mejores, si luego buscan a otros para hacerlos" , pensaba. Un día, tras reflexionar en oración, decidió tomar una decisión imp...

Más allá del espejo: el autoconcepto en la mirada de Dios

Últimamente me han definido de una manera que me ha herido, y eso me ha llevado a cuestionarme mi autoconcepto. Vivimos rodeados de opiniones, etiquetas y expectativas . Desde que nacemos, la mirada de los demás va moldeando la imagen que tenemos de nosotros mismos. A veces, nos reconocemos en ese reflejo; otras, nos sentimos ajenos a él. Nos preguntamos si somos lo que los demás dicen, lo que proyectamos, lo que hacemos… Pero, ¿es esa nuestra verdad más profunda? Para descubrirnos de verdad, hay una pregunta que puede cambiarlo todo: ¿Quién dice Dios que soy? Su mirada es la única que nos ve con absoluta claridad, sin distorsiones ni condiciones. En ella encontramos la respuesta que da sentido a nuestra identidad. La construcción del autoconcepto: una mirada desde la fe Hay momentos en la vida en los que sentimos la necesidad de hacer silencio y preguntarnos: " ¿Quién soy realmente? " No quién dicen los demás que somos, ni la imagen que proyectamos, sino lo que en...