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Cómo acompañar en el tanatorio

Ayer estuve en el tanatorio acompañando a unos amigos, ya veis, las vacaciones forman parte de la vida, algunos hablan de ‘parón’, yo creo que las vacaciones son para vivir con más intensidad lo que acontece en la vida.

Sí, oré por el alma de la difunta, era lo principal; pero, también intenté estar con los familiares. ¿Os habéis dado cuenta de los corrillos que se forman en el tanatorio?, qué bonito es ver cuando los familiares están allí, es lo que tienen las familias unidas, que en los momentos de dificultad se unen y todo el que puede se acerca para dar unas palabras de consuelo, un abrazo, un apretón de manos,… da igual el gesto, que sepan que estás allí. Y los que no son familia directa muchas veces no saben qué hacer en esos momentos, se acercan dan un abrazo y están, al final se trata de eso ¿no?

Es verdad que para realizar un acompañamiento humano depende mucho de la situación anímica de la familia; pero, si es posible, creo que sería importante que:

  • Nuestra presencia transmita serenidad y comprensión.
  • Hacer ver que el dolor emocional que siente es normal y ayudar a verbalizarlo.
  • Ayudar a tener conciencia clara de la muerte, es decir, que nos cuenten lo sucedido, el último momento de la enfermedad, o de la muerte, esto ayudará en el futuro a elaborar mejor el duelo.
  • Facilitar y acompañar en la expresión de las emociones y/o los sentimientos, es normal sentirse mal, es normal hablar de injusticia, de dolor, de rabia, de miedo, de culpa, es normal llorar,… esto no nos hace más débiles, todo lo contrario, nos hace muy humanos.
  • Cuando no sabemos qué decir, no pasa nada, el silencio también vale, entonces se puede aprovechar el contacto físico, una caricia, un apretón…. Las frases hechas están de más.
  • Permitir recordar los buenos momentos vividos con la persona fallecida podría ser terapéutico.
  • Ayudar a ver que aunque físicamente ya no está entre nosotros, sí que está en el mundo interno de nuestros afectos.
Pues ya veis, en el tanatorio se pasan muchas horas, y cada uno puede “ayudar” de una forma diferente. Se trata de que los familiares de la persona fallecida se sientan acompañados, que expresen sus propios sentimientos y emociones, y no los nuestros; y sobre todo que se les deje vivir lo que están viviendo, cada familia es completamente diferente y por tanto no todos pasamos por lo mismo. Se trata de ser, de estar y si es posible de hacer; pero, no se trata de ‘hacer de plañideras’.

Esto sólo son unas pinceladas, sobre todo para aquellos que se preguntan ‘¿qué hay que hacer?, nunca he estado en un tanatorio’ y que además pueden ayudar a vivir un ‘duelo normal’.

Norka C. Risso Espinoza

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