La certeza de que los muertos viven con nosotros es el pan cotidiano de millones de madres, esposas, maridos, hijos que han perdido al ser amado. Los que se nos fueron tiran de nosotros y mantienen viva nuestra esperanza como respuesta a esa llamada que nos viene del otro lado. Los que se nos mueren llegan a ser como un regazo palpitante e invisible, pero presentido, que nos protege del frío del camino y torna cálida nuestra existencia sumergida en el amor. Desconozco el autor.
Virgen consagrada. Licenciada en farmacia y en estudios eclesiásticos, máster en pastoral de la salud, bioética y cuidados paliativos. Acompaño en el límite, en la escucha y en la presencia. Profesional del SAER y docente en San Juan de Dios. ✉️ @pasbiopal