Queridos hermanos y amigos sacerdotes,
En este sagrado Jueves Santo, me dirijo a vosotros con
profundo afecto y gratitud por vuestra noble labor como ministros sacerdotales
de la Iglesia Católica. Vuestra entrega y servicio son faros de luz en medio de
la oscuridad, guiándonos en nuestro camino de fe.
Vuestra cercanía y disponibilidad para escucharnos y
acompañarnos en cada etapa de nuestras vidas son un tesoro invaluable que
apreciamos profundamente. Sois pan que se parte y se reparte para alimentar
nuestro espíritu, testimonio vivo del amor de Dios en nuestras vidas.
En vuestro ejemplo de humildad y servicio encontramos
motivación para seguir buscando la presencia de Dios en nuestras vidas y servir
a los demás con amor y entrega. En momentos de alegría, compartís nuestra
felicidad; en momentos de tristeza, estáis a nuestro lado ofreciendo consuelo y
esperanza.
Sabemos que vuestro camino implica sacrificios y desafíos,
pero también esperamos que encontréis consuelo y fortaleza en el cariño y la
gratitud de aquellos a quienes servís. No estáis solos en este camino; también
contáis con nosotros como amigos, confidentes y personas en quienes confiar.
Que el Señor continúe bendiciéndoos abundantemente en
vuestro ministerio, llenándoos de su gracia y fortaleciéndoos en vuestra labor
de llevar el mensaje del Evangelio al mundo.
Con mucho cariño y agradeciendo a Dios por cada uno de
vosotros, no pongo nombres porque seguro que me dejaría alguno en el tintero;
no obstante, tú que te has cruzado en mi camino, en algún momento de nuestras
vidas, sabes que es para ti.
¡Feliz día, hermano y amigo sacerdote!
@pasbiopal
Comentarios
Publicar un comentario