D. Luis Alberto Catalán comparte con nosotros su reflexión sobre el milagro de la hospitalidad en San Juan de Dios
Cuando el Hno. Superior de esta Casa y
actual Padre Espiritual de nuestra Hermandad de San Juan de Dios se dirigió a
mí para encargarme la reflexión de este día me dijo: “Tienes que hablar del
Milagro de la Hospitalidad”, y añadió “alégrate que te ha tocado el más fácil”.
De momento mostré mi conformidad, pero más tarde, al pararme en la propuesta
pensé “y el más difícil”.
Porque todo en San Juan de Dios es a
la vez fácil y más difícil:
Ø Es
fácil conocerlo. Es más difícil comprenderlo.
Ø Es
fácil deslumbrase por Él. Es más difícil mantenerlo encendido.
Ø Es
fácil escucharlo. Es más difícil aplicarlo.
Ø Es
fácil amarlo. Es más difícil seguirlo.
Juan de Dios: que fácil fue llegar a
Ti, que difícil es seguirte.
Pero no puede ser de otra manera. El
modelo de San Juan de Dios es el mismísimo Cristo, el Hijo de Dios por quién
todo lo obraba nuestro Santo Patrón. Y todo en Cristo supone AMOR, PERDÓN,
ENTREGA, MISERICORDIA. Sus mandamientos son fáciles de conocer: “amarás al
prójimo como a ti mismo”. Pero lo difícil es verte a ti mismo en el prójimo.
Todo en San Juan de Dios es fácil y
difícil.
Lo fácil lo hacemos. Con lo difícil, a
veces, nos atrevemos. Con lo que creemos imposible lo dejamos en manos de Dios
y que obre el milagro. Porque cuando algo nos parece imposible de hacer y/o de
solucionar decimos “esto solo lo arregla un milagro” y lo dejamos en manos de
Dios. Que equivocados estamos, porque en manos de Dios estamos siempre: en lo
fácil, en lo difícil y en el milagro.
Y esto lo supo ver San Juan de Dios y
su proceso de conversión fue pasando por todos estos momentos, llegando al
Milagro de la Hospitalidad. Y este Milagro radica en su fe en Dios, en ver en
el prójimo, no ya a sí mismo, sino al rostro doliente de Cristo.
El mandato, la palabra, era fácil: la
parábola del Buen Samaritano. La obra, la acción y su cumplimiento, era lo más
difícil: recoger a todos los más necesitados y abandonados por la calles de
Granada y atenderlos como Él quería.
Y de aquellas calles de Granada, fruto
de la llamada y escucha de Dios, de la puesta en acción y compromiso de fe de un hombre solo, hoy su Obra se extiende
por todo el mundo.
Hermanos: EL MILAGRO DE LA
HOSPITALIDAD YA ESTÁ SERVIDO.
Y es un milagro vivo. No es un hecho
aislado que podemos documentar en la historia de hace más de cinco siglos. Es
una acción evangélica que se sigue dando hoy, día a día, minuto a minuto en los
Centros de la Orden Hospitalaria. Son miles de “buenos samaritanos” que al
estilo de San Juan de Dios saben ver, acercarse, curar y cuidar. La virtud de
la Caridad y el don de la Misericordia mantiene vivo este milagro de la
Hospitalidad.
Nosotros, todas y todos somos un
milagro de Dios, hechos a su imagen y semejanza. Por eso, nuestras acciones
cuando responden a la llamada de Dios Padre, a las enseñanzas de Dios Hijo
Jesucristo y a la acción del Espíritu Santo por la intercesión de nuestro Santo
Patrón también son milagros.
Todo en San Juan de Dios es fácil y
difícil, y en él y en su modelo se sigue obrando el Milagro de la Hospitalidad.
Hace ya unos meses, llegó a esta casa
un nuevo miembro de la gran familia hospitalaria, llegó un nuevo residente. Procedía
de otro Centro donde hasta la fecha había estado ingresado y atendido, según su
madre, muy bien. El motivo del traslado era poder facilitarle a esta madre, ya
muy mayor y sin muchos recursos, ver más a su hijo y poder estar más tiempo con
él, ya que el otro centro le pillaba muy lejos y mucho peor comunicado. En la entrevista
de ingreso, la madre estaba muy preocupada por esta nueva situación y, entre
otras cosas, por cómo podía ella seguir atendiendo a su hijo, comprándole las
medicinas, los útiles de aseo, etc. Nos miraba a unos y a otros de los
estábamos allí con agobio y búsqueda de respuestas. Le informamos que de todas
esas circunstancias ahora se encargaba el Centro, que ese trabajo nos
correspondía a nosotros. Que, en definitiva, ella ahora ya podía descansar de
esos trámites y disfrutar de su hijo. Ya han pasado unos meses, y hace unos
días esta madre, con lágrimas en los ojos, me decía: “esto, venir aquí, ha sido
un milagro”. Todo en San Juan de Dios es fácil y difícil, pero si atendemos a
su gran misión seguimos obrando el Milagro de la Hospitalidad. Y nuestra
responsabilidad, la de los todos los miembros de la gran familia Hospitalaria
de la Orden de San Juan de Dios, es seguir manteniéndolo vivo.
Seguro que muchas y muchos de los que
estamos aquí podríamos contar y documentar algunos de estos milagros que, por
parecernos pequeños y/o habituales, no dejan de serlo y de seguir alimentado el
gran Milagro de la Hospitalidad de San Juan de Dios.
Pero, de entre todos y tantos
ejemplos, hoy quiero también detenerme en los pequeños milagros de nuestra
Hermandad de San Juan de Dios:
Milagro de todos sus miembros sin
distinción que la conforman: personas que optan por lo difícil y deciden
promover el amor a Dios, siguiendo las enseñanzas de Jesús y al estilo de San
Juan de Dios.
Milagro en sus vocalías o grupos de
miembros de la hermandad con una acción más concreta:
Obra Social: “milagro de la
multiplicación de los panes y los peces”, y así poder todos los días dar de
comer al hambriento, de beber al sediento, de cuidar al necesitado.
Grupo de Camareras: “como Marta y
María a la llegada de Jesús”, de mantener la hermosura de San Juan de Dios en
su imagen y sus enseres. Milagro de mantener su resplandor para que su sola
presencia provoque el encuentro, el sentimiento y la emoción.
Grupo de Costaleros: “Jesús caminando
sobre las aguas”, milagro de encontrar a San Juan de Dios caminando por las
calles de su centro y del pueblo de Ciempozuelos, como lo hizo por las de
Granada, siendo él quién salga al encuentro del más necesitado. Milagro de
convertir el cansancio y el dolor (como en San Juan de Dios: hasta que se
desvencijó) en oración y a cada levantá elevarla al Cielo.
Todo en San Juan de Dios es fácil y
difícil. El Milagro de la Hospitalidad empezó con él, pero la responsabilidad
de que se siga dando es de todos nosotros. Debemos de estar convencidos de ello
y dar un salto de calidad, pasando de trabajar “para la Obra”, a trabajar “en la Obra”. Debemos de sentirnos
sujetos activos en ese milagro, pues todos estamos llamados a la santidad y, a
al estilo de Juan de Dios, dar respuesta a esa llamada.
Que lo fácil no nos satisfaga.
Que lo difícil no nos detenga.
Que el milagro nos fortalezca y en el
Carisma de la Hospitalidad seamos dignos hijos de Dios y seguidores de Cristo
al estilo de Nuestro Santo Patrón.
Amén.
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