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Con María, creando tierra fértil


Dentro de las celebraciones cristianas, el mes de mayo lo conocemos como el mes de María, este mes, bajo el amparo de la Buena Madre, cobija acontecimientos importantes en nuestras vidas, como celebraciones que nos alegran el corazón. El mes de la Virgen, es el mes de las flores, el mes de las celebraciones. «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» nos dirá María.
es el día de la madre; también el mes de las flores, el mes en el que el campo se llena de color, de aromas diferentes que nos invitan a recordar momentos que han quedado grabados en nuestra alma, flores que muchos utilizamos para regalar a nuestras madres, y también es el mes en que se suelen celebrar muchos sacramentos ya que, el mes de mayo suele ser tiempo pascual, por los tanto, suele haber unciones comunitarias, comuniones, bautizos, es decir,

Pedimos a la buena madre, que el color y el calor del mes de mayo pueda mantenerse también durante este año 2020. Que este mayo, sea el mes en el que podamos salir a la calle a disfrutar el olor a tierra y flores que nos regala la naturaleza, que en este mes en el que el sol calienta un poco más y los días son más largos tengamos la oportunidad de unirnos y hacer florecer todo lo que este tiempo de pandemia se ha ido sembrando en nuestros corazones. «María y se fue con prontitud a la región montañosa»

Las primeras noticias de finales de febrero y principios de marzo fueron como “desperdicios orgánicos”, que no sabíamos qué hacer con ellos, y tuvimos que caer en la cuenta que estábamos elaborando la composta  que, con el tiempo, crearía la tierra fértil. Dicen que para elaborar una composta excelente, las claves son elegir un buen recipiente, cuidar las proporciones de los elementos (carbono, nitrógeno, oxígeno y agua) y un tiempo adecuado.
Pues de la mano de María, parece que lo hemos ido haciendo: el mejor recipiente, el corazón, sabemos por María, que puede ser dúctil, maleable, aunque siete espadas le atravesaron, siguió latiendo y amando inmensamente.

Los elementos carbono, nitrógeno y oxígeno, son los macronutrientes… pensemos…  cuáles son los macronutrientes que hemos tenido durante este tiempo de confinamiento, solidaridad, aplausos, entrega, emociones a flor de piel, sentimientos inefables, por no lastimar o no saber cómo expresar,  también muchas lágrimas, unas por dolor, otras por rabia, por frustración, sí muchas lágrimas que parecían que ahogaban el corazón, qué bien sabía María de esto, ella que acompañó a su Hijo en el via crucis, supo de este sufrimiento, y por eso ha podido acompañarnos. Durante estos días he recibido llamadas de personas que me decían, estoy bien, mi familia está bien, pero lo que está pasando me sobrepasa, oír la sirenas me encoje el corazón… también hemos tenido la desazón, embriagados por la tristeza de saber que muchos de nuestros hermanos pasaban a la otra orilla, pasaban a la VIDA, sin poder despedirse físicamente, asimismo se ha producido un ambiente que olía a miedo, a inseguridad, y así un sinfín de macronutrientes.

No obstante, no olvidemos el agua, que en condiciones adecuadas ha mantenido la actividad de nuestra mezcla sin causar condiciones anaeróbicas, sabéis cuál ha sido esa agua, la ORACIÓN, sí, nuestra oración ha permitido que la actividad que se daba en nuestro corazón con esta mezcla de macronutrientes no causara condiciones de vida sin aire para seguir respirando, es más, la oración que casi todos hemos rezado en este tiempo es la del Papa, cuya plegaria está dirigida a la Virgen María: «Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza…»

Con todo esto, tal vez, ya estamos listos para preparar la tierra para sembrar nuevas semillas, y algunas semillas han ido saliendo, hemos aprendido a acariciar con la mirada, hemos aprendido a descentrarnos, y poner al otro en el centro, hemos aprendido la importancia de aquello a lo que en ocasiones no le dábamos importancia, hemos aprendido que todos podemos ser héroes cada uno según nuestro carisma, hemos aprendido a valorar la vida, hemos aprendido a ampliar la mirada, a tender la mano al que se caía, a compartir el pan, a rezar los unos por los otros, hemos aprendido que no hay posibilidad de un yo sin un tú, hemos aprendido que la afectividad es efectiva, hemos aprendido a valorar el respeto, la responsabilidad,  hemos aprendido a confiar, a vivir desde el don de la esperanza.

Creo que cada uno a nivel individual hemos sido capaces de conseguir una tierra fértil, sí aquello que empezó  siendo “desperdicios”,  con el tiempo, casi dos meses, hemos logrado que sea tierra fértil, si juntamos toda nuestra tierra, tendremos desde luego un mundo mejor, y por eso ahora, en el mes de mayo, toca ver las flores, sí aquellas flores que podemos llevar a María.

Pedimos a la buena Madre, salir corriendo en busca de nuestra “prima Isabel” para compartir la buena noticia, sí, María, tenemos necesidad de compartir nuestro sustrato, de compartir semillas, de oler y ver nuevas flores, intercede por nosotros para que este mes de mayo, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de todo lo vivido, que salgamos con una fuerza desbordante de amor no para dar, sino para darnos.  
Norka C. Risso Espinoza

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