se gesta el poema de la reconciliación,
un verso que teje puentes sobre la bruma,
un canto que abraza, suave como canción.
En el tejido de la paz interior,
se entrelazan los hilos de la serenidad,
un manto que envuelve el corazón herido,
sanando las heridas con su calma en verdad.
La empatía, dulce melodía del alma,
resuena en cada latido, como un eco suave,
espejo que refleja los sentires ajenos,
tejiendo lazos que el tiempo no deshace.
En el jardín de la asertividad florece,
una flor que habla con sinceridad y tacto,
palabras que construyen, no destruyen,
un puente de entendimiento, fuerte y exacto.
Bajo el abrazo, refugio de almas errantes,
se encuentra el consuelo en su cálido lazo,
dos seres que se encuentran, reconcilian,
se funden en cariño, como en un abrazo.
La amistad, tesoro de la vida compartida,
es un faro que guía en la oscuridad,
un lazo que perdura a través del tiempo,
un regalo divino, sin caducidad.
En el libro de la comprensión,
se escriben historias de compasión y aceptación,
donde las diferencias son solo colores,
y se abraza la diversidad con devoción.
En el arte del diálogo, danza de palabras,
se entretejen ideas, se desentrañan misterios,
un intercambio enriquecedor de pensamientos,
un puente que une mentes, creando imperios.
En el juego de las miradas, se revela,
el idioma silencioso del alma desnuda,
una conexión profunda, sin necesidad de palabras,
un lazo que habla con la intensidad de una ayuda.
La escucha, orfebre de entendimientos,
hilvana la comunicación con hebras de oro,
respeto que acoge cada nota del discurso,
un arte olvidado que revela el tesoro.
En el poema de la vida, estas palabras danzan,
como estrellas que iluminan la noche oscura,
guiándonos hacia la reconciliación y la paz,
tejiendo un tapiz de amor que nunca se despoje.
@pasbiopal
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