En la sencillez de pronunciar
"Effetá" sobre nuestras vidas, se halla la clave para despertar el
potencial que Dios nos ha concedido y que yace en nuestro interior. Dios, como
un hábil escultor, nos moldea con amor y nos dota de dones únicos. Al abrirnos
al milagro, permitimos que esos dones florezcan, liberando la maravilla de
nuestro propósito único. Cada uno de nosotros es una obra maestra en constante
creación, y al reconocer la divinidad dentro de nosotros, abrimos la puerta a
una vida plena de significado y sentido. Que esta reflexión nos inspire a cada
corazón a abrazar su singularidad con gratitud y valentía.
¡Effetá, que se abran los ojos a la
extraordinaria maravilla de ser quienes somos en la luz de Dios!
Al abrirnos al milagro de Effetá,
despertamos dones, florece la maravilla.
Somos la arcilla en las manos divinas,
modelados con amor, hacia la luz se inclinan.
En la sencillez de pronunciar Effetá,
reside la llave para el despertar,
Agradecidos y valientes, abrazamos,
nuestra singularidad, en Dios confiamos.
¡Effetá! Que se abran los ojos a la maravilla,
de ser quienes somos, con fe que titila.
En la luz de Dios, descubrimos el sentido,
nuestra existencia, un poema divinamente tejido.
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