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Construyendo una comunidad sin protagonismos

 


En el contexto de nuestra vida parroquial, y tras mirar y escuchar la realidad de muchas parroquias, surge una observación que nos interpela profundamente: la aparente jerarquización de los grupos dentro de la comunidad. Algunos grupos se perciben como los “protagonistas”, aquellos que siempre están en las actividades visibles y que son valorados por su implicación y dinamismo. Por otro lado, existen otros grupos que pasan desapercibidos, que trabajan desde el silencio y la discreción, pero cuya labor es esencial para vivir el Evangelio de forma plena.

Quiero detenerme en estos grupos que “no cuentan”. Una realidad que muchas veces queda relegada a un segundo plano, no porque su misión sea menos importante, sino porque quizá no responde a los estándares visibles de acción que muchas veces marcamos inconscientemente en nuestras parroquias.

Estos grupos tienen una tarea que va más allá de lo evidente: acompañan, escuchan, sostienen, oran y se convierten en presencia viva de la Iglesia entre los más vulnerables. Sin embargo, en muchas ocasiones, son percibidos solo por lo que hacen, sin reconocer que esa acción concreta es, en sí misma, una expresión de la misión evangelizadora de toda la comunidad.

Parece que en ocasiones se transmite un mensaje implícito: “Tu labor no es prioritaria; lo que importa es que alguien lo haga”. ¿Dónde está el acompañamiento compartido? ¿Dónde está la corresponsabilidad comunitaria?

Además, en los eventos y actividades, a menudo no se menciona ni se visibiliza la labor de estos grupos. Participan, pero sin un reconocimiento real como grupo. ¿Es porque no son vistosos? ¿Porque no encajan en las categorías tradicionales de “éxito pastoral”? Esta situación refleja una visión reduccionista de lo que significa ser comunidad. La comunidad no es un espacio de protagonismos, sino un lugar donde todos —absolutamente todos— aportamos desde nuestras diversas vocaciones y carismas a la construcción del Reino.

Es preocupante que, sin quererlo, podamos caer en una especie de división entre “grupos de primera” y “grupos de segunda” dentro de la parroquia. Esto contradice la esencia misma de la Iglesia, que es comunidad de comunidades, cuerpo de Cristo donde todos somos miembros y, como dice San Pablo, “si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él” (1 Cor 12, 26).

Tal vez es necesario revisar cómo estamos viviendo la corresponsabilidad y la unidad en nuestras parroquias. ¿Estamos realmente construyendo comunidad? ¿O hemos caído en la tentación de crear jerarquías implícitas entre los grupos?

Estos grupos que trabajan desde el silencio son testimonio vivo de la misericordia y la hospitalidad de Dios. Su misión es nuestra misión, porque como Iglesia estamos llamados a ser presencia en las periferias, a acompañar a los más vulnerables y a ser testigos del amor de Cristo en medio del sufrimiento. Por eso, debemos reconocerlos, apoyarlos y, sobre todo, integrarlos plenamente en la vida comunitaria, no como un apéndice, sino como una parte esencial de nuestro ser parroquial.

No olvidemos que la Iglesia no se construye con protagonismos, sino con la entrega generosa de muchos que, sin buscar reconocimiento, viven el Evangelio en el día a día. Solo cuando valoremos a cada grupo, a cada ministerio, a cada persona, estaremos realmente construyendo comunidad. Solo así seremos verdaderamente Iglesia.

A vosotros, los que trabajáis desde el silencio y la discreción, que sois luz en la sombra y sal que da sabor sin ser vista, queremos deciros: ¡gracias! Gracias por vuestra entrega fiel, por vuestro testimonio humilde, por ser la presencia viva de Cristo en los rincones donde otros no llegan. No os desaniméis si vuestra labor no es siempre reconocida o visible, porque es precisamente en lo oculto donde el Señor actúa con mayor fuerza. Él, que ve en lo secreto, os recompensa con su gracia. Seguid adelante, porque vuestra misión es indispensable para que la comunidad crezca en profundidad, en compasión y en amor verdadero. Recordad que sois parte esencial del cuerpo de Cristo y que vuestro servicio, aunque muchas veces no esté bajo los focos, sostiene y da vida a toda la comunidad. ¡Ánimo, porque el Reino de Dios se construye con vuestra entrega, con vuestra fidelidad y con el amor que ponéis en cada gesto!

@pasbiopal


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