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Duelo. Con la familia.

El enfermo ya no está, ha cruzado el umbral de la esperanza, ha partido hacia los brazos del Padre y de los que le esperan al otro lado,… pero a los que se quedan aquí les ha dejado un supuesto vacío, ¿por qué digo supuesto? Pues porque aunque nuestro ser querido ya no esté con nosotros físicamente, sí hay algo que no nos podrán quitar nunca, y son los recuerdos de todo lo vivido con él, sí, esto queda grabado no sólo en nuestra mente, sino sobre todo en nuestros corazones; y aún así la familia ha de proseguir con su vida sin él, sin su presencia física.

En ocasiones la relación de atención a su ser querido ha sido bien estructurada y la despedida ha podido hacerse sin gran dificultad y de manera real tanto en el plano físico, como en el espiritual, quedando la familia con la ausencia física, pero también con el confort y consuelo de la tarea bien hecha. En esto un equipo interdisciplinar tiene mucho que hacer bien, ya que unos últimos días con síntomas incontrolados se van a vivir como un sufrimiento evitable, como de cierto abandono y... quedarán cuentas pendientes en la elaboración de la pérdida; pudiendo quedarse la familia enganchada en un duelo patológico.

Tomemos en especial consideración que según sean los últimos días de la vida del enfermo serán los días futuros de los que lo quieren, de los que con cierta tristeza ven cómo se cierra el capítulo de una vida. Nuestro acompañamiento ha de continuar hasta su total resolución. Explicar que nos pueden llamar para aclarar las dudas que puedan surgir una vez que no estemos allí, porque si bien es cierto que unos parten, somos otros tanto los que nos quedamos y podemos seguir estando presentes, acompañando, escuchando…

Pasados unos días deberíamos ponernos en contacto con la familia para expresarles nuestro sentimiento por la pérdida de su familiar, reforzarles positivamente su labor en el cuidado que prestaron al paciente evitando así sentimientos de culpabilidad, trasmitiéndoles que nos tienen a su disposición para lo que necesiten. Se les puede ofrecer la posibilidad de celebrar un funeral en compañía de los que fueron sus compañeros y del personal que les ha atendido.


Norka C. Risso Espinoza

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