A las almas
generosas, guardianas de la salud,
con gratitud en el
pecho, mi voz se eleva en quietud.
Agentes de pastoral,
faros de amor divino,
en el viaje de la
enfermedad, sois un canto genuino.
Vuestra entrega es
un abrazo, cariño que reconforta,
cercanía que
transforma, cual luz que despierta.
En vuestro
acompañamiento, la esperanza florece,
escucha que abraza,
en cada palabra parece.
Oración silenciosa,
tejida en cada instante,
humanización que
trasciende, amor constante.
En la Eucaristía
compartida, en la fragilidad,
instrumentos de
Dios, manifestación de su bondad.
Tiempo y presencia,
regalos que atesoro,
en cada encuentro,
siento el abrazo del otro.
Evangelizadores de
la salud, mensajeros de luz,
en cada gesto,
proclamáis la grandeza de Jesús.
Palabras de
consuelo, como suave caricia,
cuidados que sanan,
calidad que se anida.
En la
vulnerabilidad, dignidad que resplandece,
la afectividad y la
efectividad, conjuro que enaltece.
Con todos los
sentidos, captáis sueños y miradas,
sin juzgar, en la
fragilidad, la esperanza no se desgrana.
Guías en la noche,
samaritanos de hoy,
acogida en los
miedos, esperanza en el desgarrador adiós.
Espiritualidad que
se palpa, don que se comparte,
corazón que late,
amor que no parte.
Cada abrazo es vida,
en la dignidad que trae,
calor que ilumina,
en cada paso que camina.
Sois la luz que
guía, la esperanza que sostiene,
en el arte de curar,
amor que se convierte.
A las agentes de
pastoral de la salud, mi eterno agradecer,
por ser ángeles
terrenales, por tanto amor ofrecer.
@pasbiopal
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