Acompañar en el sufrimiento de nuestros hermanos, que pasan
por el valle del dolor, de la enfermedad, de la soledad, de la muerte, es una
de las obras de misericordia más hermosas que estamos llamados a realizar. El
misterio del sufrimiento nos revela la ontológica debilidad de nuestra
condición humana, pero también el profundo anhelo que brota de nuestro corazón
para acercarnos a nuestros hermanos que sufren y, así, compartirlo y aliviarlo.
El amor de Dios nos impulsa a salir de nosotros mismos y a
dar nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestra vida, a los que más nos
necesitan: los enfermos, los ancianos, los dependientes, las periferias de la
sociedad. Ese amor, que es Dios mismo, nos lleva a ir en búsqueda del que sufre
para acompañarlo en su mismo sufrimiento, derramando sobre su corazón
desgarrado el suave bálsamo del amor de Dios, ese consuelo divino del que
Cristo –Médico de cuerpos y almas– nos hace mensajeros y colaboradores.
El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano
Integral, de la Santa Sede, nos propone como Tema para la Jornada Mundial del
Enfermo del año 2022: «Sed
misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). En el
Departamento de Pastoral de la Salud de la CEE, animados por nuestro Obispo
Responsable Monseñor Francesc y con la unanimidad del Equipo Nacional de
Pastoral de la Salud, proponemos como concreción el lema: “Acompañar en el
sufrimiento”.
El objetivo de la presente Campaña del Enfermo es la de
poder reflexionar, iluminar y actuar en el acompañamiento pastoral a tantos
hermanos nuestros que experimentan el sufrimiento, en sus fundamentos y
características, teniendo siempre como modelo a seguir al mismo Cristo, Maestro
de todo acompañamiento y que también probó el amargo cáliz del sufrimiento.
Se hace urgente que, desde las delegaciones y las
parroquias, se incentive esta importante labor, sensibilizando a nuestros
agentes parroquiales y promocionando el voluntariado pastoral, pues son muy
numerosas las personas que sufren. Tenemos que seguir haciéndonos presentes en
el mundo del sufrimiento, muy especialmente en los hogares y residencias de
mayores, así como en los centros de día, centros de jubilados, hospitales, allí
donde se encuentre alguien que esté sufriendo. Por ello, las parroquias
deberían asumirlo como una prioridad pastoral.
Estos capítulos que ahora os proponemos para el trabajo, la
reflexión y la oración, desde la Sagrada Escritura y el Magisterio de la
Iglesia, pretenden ser un instrumento que hagan crecer en nosotros las
actitudes propias de un buen acompañante: la búsqueda del que sufre, la escucha
empática, el silencio comprensivo, la palabra oportuna, junto a la compasión,
la misericordia y la ternura, movidos por el amor de Dios que da sentido a toda
nuestra labor ministerial.
Prestaremos una redoblada atención sobre algunos de los
principales ámbitos en los que impera el sufrimiento: como son la terrible
pandemia de la soledad, ante el decaimiento natural de la edad avanzada y ante
el fin de la vida en este mundo. Visibilizaremos, además, un ámbito que suele
pasar desapercibido: que es el de los cuidadores de personas mayores,
dependientes, demenciados, con enfermedades neurodegenerativas o mentales, que
constituyen un gran número de personas que pueden experimentar un gran
sufrimiento cuidando a sus familiares, a sus seres queridos, y cuyo
acompañamiento no es frecuente en la actualidad.
Este pequeño recorrido, desea colaborar en iluminar y
socorrer el sufrimiento de nuestros hermanos, a la vez que contribuya a nuestro
propio crecimiento espiritual.
Luis
Sánchez Ruiz
Director-Coordinador del SIPS de Levante
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